Texto y fotos: Julio Grosso Mesa (Film in Granada)
Tras licenciarse como periodista en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla, Rocío Mesa (Granada, 1983) fue becada en 2010 por la Junta de Andalucía con una beca Talentia que le permitió hacer un Máster en Dirección de Documentales en la New York Film Academy. En Estados Unidos comenzó a rodar sus primeras obras.
Su primera experiencia en el largometraje, Orensanz (2013), sobre el artista contemporáneo Ángel Orensanz, fue calificada por la crítica como “la antítesis del biopic” y se estrenó en el Festival de Cine Europeo de Sevilla con una excelente acogida y un destacado recorrido internacional. Luego, Rocío ha ido compaginando la gestión audiovisual con la producción, a través de su empresa My Deer Films, una productora independiente especializada en documental creativo, que ha producido títulos como Mbah Jhiwo/ Alma anciana (2021) de Álvaro Gurrea, estrenado en Berlinale Forum 2021.
Sigue viviendo y trabajando en California, donde es directora de la muestra de cine español LA OLA (Spanish Contemporary Cinema Showcase), una entidad que tiene como objetivo la visibilización del cine contemporáneo español en Norteamérica, con sede en Los Angeles (American Cinematheque), New York (Anthology Film Archives) y Ciudad de México (Cineteca Nacional).
Pero en 2021 se ha pasado medio año viajando a Granada, donde ha vuelto para rodar su segundo largo, Secaderos (2022), una historia mágica y muy personal producida por Olmo Figueredo de La Claqueta y rodada íntegramente en la Vega de Granada.
De Las Gabias a Los Ángeles, pasando por Sevilla. ¿Qué aprendió de ese largo viaje?
Que la felicidad y la paz no dependen del lugar donde estés, están siempre dentro de uno mismo. Que no es verdad lo de que “si quieres puedes”, porque eso sería creer en la mentira de la meritocracia, pero que con becas y ayudas públicas sí se puede intentar y, a veces, se consigue.
¿Qué oportunidades le ofrece Estados Unidos a una joven cineasta española?
Ciertamente lo desconozco, sobre todo porque no me interesa demasiado el cine comercial y me muevo por las capas más underground y experimentales. No obstante, lo que sí sé es que nosotras tenemos mucho que ofrecerles a EE.UU., de ese convencimiento surgió el proyecto de LA OLA, una muestra de cine independiente español que puse en marcha junto con otras compañeras cineastas hace ya unos 7 años. Gracias a este proyecto le hemos dado difusión a las películas españolas más vanguardistas en ciudades como Nueva York (Anthology Film Archives), Los Angeles (American Cinematheque) e incluso Ciudad de México (Cineteca Nacional).
Su trayectoria profesional comenzó en el periodismo, pero pronto se pasó al audiovisual, donde ha compaginado gestión, producción, dirección y posproducción. ¿En qué puesto se encuentra más cómoda?
La creación me hace sentir muy orgánica. Escribir, editar, construir con imágenes…todo eso me devuelve a la inocente felicidad de la niña que juega, siento que retorno a mi esencia cuando lo practico. Empecé a hacer otras labores menos relacionadas con lo creativo y más cercanas a lo organizativo para ganarme la vida. Sin embargo, una vez he aprendido los entresijos de esta industria, me pareció que lo normal era usar ese conocimiento en favor de mi comunidad, que es la del cine independiente. Me gusta mucho pensar en lo bello de lo colectivo, así como en la reciprocidad o en la unión de las minorías. De esta forma he acabado produciendo largometrajes como Mbah Jhiwo / Alma Anciana, dirigido por Álvaro Gurrea, que estrenamos a principios de este año en Berlinale.
Lleva viviendo en California más de una década. ¿Cómo surgió este viaje de vuelta a Granada para rodar Secaderos?
Creo que escribí Secaderos precisamente porque quería regresar a mi tierra. A través del arte podemos provocar acontecimientos que, de otra forma, no ocurrirían.
Secaderos ha sido un proyecto que se ha ido desarrollando durante bastantes años, que comenzó siendo un documental y ha terminado como un largo de ficción. ¿Cómo se hizo el cambio?
Realmente, no creo en la división entre la ficción y la no ficción. Todo es creación.
¿Cuáles han sido sus referentes cinematográficos para contar esta historia?
Agnès Varda, Lucrecia Martel, Alice Rohrwacher, Mercedes Álvarez, Neus Ballús…un montón de mujeres que me enseñaron que hay otra forma de hacer cine y que, sobre todo, me hicieron creer que quizás yo, tan minúscula, podía intentarlo también.
Al casting de la película se presentaron más de 2.000 granadinos y luego hizo pruebas y ensayos con 150 de ellos durante más de un mes. ¿Por qué eligió este proceso y optó por actores no profesionales para los protagonistas?
La realidad siempre será más sorprendente que cualquier ficción que yo pueda crear. Me fascina mucho más la gente que los personajes. Por tanto, me interesaba conocer a personas locales, cercanas a la historia que yo había escrito, que quisieran aportar “verdad” a la película. El proceso de casting fue muy poderoso y vulnerable, casi lo concebí como un proyecto a parte porque requería de mucha entrega emocional. El resultado ha sido mágico, sin duda alguna lo más bonito de Secaderos es el elenco. En este sentido tengo que agradecer a mi compañera Marichu Sanz, directora de casting, por creer en mi peculiar visión y acompañarme durante el proceso de una forma tan certera.
La película se ha rodado íntegramente en la Vega de Granada. ¿Qué papel tiene el paisaje de esta comarca en su historia?
El paisaje es la semilla de esta película, de ese elemento surgieron todos los demás. Me obsesionaban, entre otras cosas, la presencia fantasmagórica de los secaderos de tabaco en desuso, las perspectivas caballeras de las choperas o la planicie de la Vega en contraste con la majestuosa Sierra. Me torturaba la idea de la recalificación de terrenos agrarios fértiles para la construcción de unifamiliares. Todas estas imágenes no me abandonaban, por muy lejos que estuviese.
Secaderos ha logrado el apoyo de instituciones como la Diputación de Granada y los Ayuntamientos de la zona. ¿Qué importancia han tenido en su proyecto?
Esta película no podría haberse llevado a cabo sin el apoyo de las instituciones públicas y los ayuntamientos locales. Nos han ayudado cediendo localizaciones, consiguiendo extras, construyendo sets, hablando con agricultores…etc. Realmente ha sido una colaboración bellísima, un trabajo colectivo de toda la comarca. Nuestra intención es devolver al patrimonio cultural todo ese amor que hemos recibido, que ha sido mucho. Me emociona y me hace estar muy orgullosa de nuestra tierra.
¿A qué ha tenido que renunciar para poder rodar su primer largo en Granada?
A nada. No hay renuncia, solo entrega y agradecimiento.
Para el rodaje se ha rodeado de un equipo de profesionales y empresas andaluzas, algunos de ellos granadinos ¿Cómo se ve el audiovisual andaluz desde Los Ángeles?
Efectivamente, se ha hecho un gran esfuerzo por incorporar al equipo talento local, yo diría que el 90% del equipo era andaluz. Y además hemos sido muchos los granadinos implicados en el proyecto: desde nuestros queridos compañeros de la productora audiovisual Fourminds, hasta compañeras freelance como Marieta Bautista, Clara Saenz y Alba Sabio en producción; Ana Arístegui como script; Lorena Fernández, Nuria Díaz Ibánez y Melania Van en arte; Maria Luisa en figuración; Marichu Sanz en casting; o Nerea Herrero en maquillaje y peluquería; así como todos los trabajadores del sector hostelero que nos han cuidado y alimentado maravillosamente.
¿Qué necesita Granada para poder posicionarse en el audiovisual andaluz, y español, al nivel de Sevilla o Málaga?
Lo más importante es hacer del cine una pieza fundamental de la cultura local gracias al apoyo público. Esto evitará la fuga de cerebros y contribuirá a crear un efecto llamada para los profesionales de la industria. Es fundamental tener programas cinematográficos educativos de calidad, salas de exhibición independiente alternativas a las comerciales y organismos activos como la recién creada Film in Granada.
Creo que para Sevilla y Málaga ha sido fundamental el hecho de contar con festivales de cine consolidados y prestigiosos. En ese sentido, tengo muchas esperanzas puestas en el nuevo Festival de Jóvenes Realizadores de Granada, que llega renovado de la mano de Antonio Arenas con una propuesta muy vanguardista en su diseño y programación.
Durante el verano pasado se rodaron tres largometrajes en la provincia de Granada. En los tres casos estuvieron dirigidos por mujeres: Macarena Astorga, Isabel Fernández y Rocío Mesa. ¿Se trata solo de una casualidad?
Por supuesto que no es casualidad. La discriminación positiva en las ayudas públicas y los recientes movimientos feministas nos han ayudado a las creadoras a romper un techo de cristal que antes era prácticamente infranqueable.
Durante el proceso de castings de Secaderos juntamos a un grupo de mujeres mayores de 60 años que postulaban para un papel secundario y algunos roles de reparto. Creamos un debate en el que les pregunté: “¿Qué es lo que más os gusta en la vida?”, una de ellas respondió “poder vivir en esta nueva época en la que las mujeres son libres, en la que puedo salir a la calle y hacer lo que quiera cuando quiera. Eso no pasaba cuando nosotras éramos jóvenes y me siento muy afortunada de poder experimentarlo ahora.” Todas las demás mujeres decidieron que esa era la mejor respuesta. Creo que esta anécdota lo dice todo. Ellas, que en su mayoría crecieron trabajando en el campo, haciendo alfombras, cosiendo, cuidando, criando…ahora se presentan a castings para ser actrices y, si hubiesen tenido la oportunidad, quizás habrían sido grandes directoras.
Para finalizar, una típicamente americana: ¿Dónde se ve dentro de diez años?
Me gusta mucho estar presente y no pienso demasiado en el futuro. En cualquiera de los casos, que me pille bailando.